Para vivir de espaldas a la muerte hemos creado unos lugares asépticos (tanatorios, ciertas plantas de hospital, residencias geriátricas, residencias socio-sanitarias…) donde ir muriendo, donde morir y donde velar a los muertos. Y esto último en el menor tiempo posible.
En general, con buena intención pero con poca reflexión apartamos de todo ello a los que nos parecen débiles. Entre ellos; ancianos, discapacitados psíquicos, enfermos mentales y, por supuesto, los niños. Detrás de ello subyacen todo tipo de pensamientos erróneos que van desde querer ahorrar el sufrimiento a creer que no se enteran de nada. ¿Es así?
¿Es posible vivir sin sufrir, evitar el sufrimiento? ¿Y morir sin sufrir? ¿Es posible? ¿Es malo llorar, sentir rabia, confusión o cualquier otra emoción negativa? ¿Hemos de “distraer” al que sufre? ¿O le hemos de acompañar en su dolor?