¿Quiénes trabajan en una empresa de servicios funerarios se acostumbran a la muerte? Ésta es una de las preguntas que algunos de los profesionales que dirigen las ceremonias laicas reciben frecuentemente por parte de los amigos y familiares de los difuntos al finalizar estos eventos.
Pues no, nadie se acostumbra a ello: ni quienes dirigen las ceremonias laicas, ni aquellos que deben gestionar los últimos trámites antes de la despedida ni tampoco quienes ofrecen las flores, la música, el féretro, las esquelas y los recordatorios que suelen entregarse para dar el adiós a nuestros seres queridos.
Me ha hecho pensar en ello mi compañera Amelia, cuando esta tarde, desde su más sincera espontaneidad, reflexionaba ante ello frente a las personas que hoy se han reunido en el tanatorio de Les Corts de Barcelona para participar en el IV Memorial Laico organizado por Serveis Funeraris de Barcelona-Grupo Mémora para recordar a familiares y amigos a quienes este año despidieron con una ceremonia laica.
El ceremonial mezcla lecturas, poesía, una encendida de velas, canciones y relatos con palabras que pretenden sanar y ayudar a los allegados a superar el duelo y acompañarlos para traducir el dolor y la tristeza en recuerdo. Desde hace algunos años, las imágenes de aquellos que nos dejaron protagoniza la parte final del encuentro.
Fotografías de hombres y mujeres en la montaña, al lado de su familia, el día de su boda, coronando un pico, en reuniones con amigos… Pese a que en ocasiones, alguien se quiebra por el dolor, la mayoría de los presentes se siente reconfortado por el espíritu de vida que transmiten, en las imágenes, quienes que ya no están aquí.
Se trata de un evento hecho con sensibilidad y especialmente próximo, también para aquellos que lo organizan y quienes viven los preparativos de cerca.
Hoy, durante el ceremonial, una compañera de trabajo, al escuchar una de las Gymnopedies de Erik Satie me ha confesado: “Tengo decidido que ésta sea la canción que se toque el día de mi funeral”.