He podido comprobar que cuando una persona se enfrenta ante una situación cercana a la muerte, se abren las puertas para tomar actitudes muy diferentes que decidirán su mejor o peor aprovechamiento. Lo cierto es que si decide hacer frente a esta situación y presentar cara a la muerte como una realidad esa persona descubre un potencial que no había desplegado hasta entonces. Queremos desde aquí ayudar a desarrollar estas capacidades que se ponen en funcionamiento en estas ocasiones.
La experiencia de quienes trabajamos con personas a las que se les había comunicado que padecían una enfermedad terminal y que su esperanza de vida era limitada, nos demuestra que no pocas de ellas habían logrado, a menudo por primera vez, hacer un hueco para evaluar a fondo su existencia. Se preguntaban que habían hecho de sus vidas y qué serían capaces de hacer con lo que aún les quedaba de ellas. Personas con el valor de mirarse a sí mismas desde su debilidad, pero con mas objetividad y a través de cristales no tan coloreados, capaces de dejar de lado lo mas insustancial, de abandonar preocupaciones triviales. Habían llegado al fondo de aquellas cuestiones que solemos postergar hasta que una crisis nos obliga a juntar el valor necesario para mirar las cosas de manera quizás dolorosa, pero reveladora. En pocas palabras, habían comenzado un proceso de descubrimiento y crecimientos en los valores mas importantes…