Wu Minxia de 27 años, de nacionalidad china, es la campeona olímpica en salto de trampolín de tres metros sincronizada, tres veces campeona olímpica y seis veces campeona mundial. Triunfó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, Pekin 2008 y Londres 2012, pero no todo han sido caminos llenos de rosas, ya que desde los 16 años se vio obligada a residir en una escuela estatal y vivir alejada de su familia. Ahora a la edad adulta se ha dado cuenta que a lo largo de su elitista carrera deportiva sus padres se han visto obligados a mentirle sobre la situación familiar.
Hace ocho años a su madre le diagnosticaron un cáncer de mama y para no interferir en su carrera se decidió ocultárselo. “Nunca hablamos con ella de lo que está pasando en casa”, decía su padre a un periodista.
Pero lo más preocupante estaba aún por llegar cuando hace un año murió su abuela a la que estaba muy unida aunque fuera en la distancia. El día antes de su muerte Wu llamó a sus padres para preguntar si todo estaba bien, pero la abuela estaba muriendo y fue como si Wu de alguna forma lo presintiera. El abuelo también murió al poco tiempo y Wu no fue informada, “Incluso mantuvimos en secreto la noticia que sus abuelos habían muerto. Ha sido así durante muchos años. Hace tiempo nos dimos cuenta que nuestra hija no nos pertenece completamente”, explicaba también su padre.
Wu a los seis años entro en el programa 119 donde se identificaban atletas de distintas disciplinas y recibían entrenamientos con el único objetivo de llevarse a sus países el preciado oro. Las mentiras se han acumulado a lo largo de años de duro entrenamiento y solo después de conseguir ganar en Londres, Wu fue informada de la realidad de su familia y cuando lo supo, inmediatamente anunció su decisión irrevocable de retirarse.
Para Wu es demasiado cruel verse manipulada hasta estos extremos. No pudo estar al lado de su madre durante la enfermedad, ni despedirse de sus abuelos y no les pudo llorar cuando era su momento. Se ha sentido emocionalmente discapacitada, cuando todo lo que ocurría a su familia era lo más importante para ella.
Es frecuente ver como muchos atletas que viven su tragedia personal son capaces de convertirlo en reto y fuente de inspiración. Joannie Rochette la patinadora canadiense dedicó su triunfo a su madre después de su repentina muerte y a pesar de la inmensa tristeza, ello la lleno de satisfacción y la ayudó en su proceso de duelo.
Nunca es bueno guardar las emociones, no hablar sobre lo que está sucediendo y cómo nos está afectado a la familia. Esto genera un daño muy profundo que no ayuda a aceptar y elaborar este duelo.