(Debido a su extensión y con la única intención de facilitar su lectura he dividido el presente artículo en dos entradas. En breve procederé a la publicación de la segunda entrega)
Si hablamos de un sentimiento que aparece asociado al estado de ánimo de una persona que ha sufrido la pérdida de un ser querido a causa del suicidio, este suele ser la culpabilidad. No ocurre en todos los casos, pero en la mayoría de personas los sentimientos de culpabilidad al respecto de su responsabilidad en relación a esa muerte son muy frecuentes.
El suicidio, en su condición de muerte causada por uno mismo, provoca en el entorno más próximo de la persona fallecida una sensación de fracaso, sin haber sido capaces de acompañarla; de haberla abandonado a su suerte; de no haber sabido evitar ese desenlace; de no haber comprendido las causas profundas de su estado de ánimo. Estas sensaciones nos perturban profundamente y son causa de que nuestro proceso de duelo sea de una mayor intensidad y posiblemente más prolongado en el tiempo.
Contra mayor sea el vínculo afectivo entre nosotros y la persona que muere a causa del suicidio este proceso tendrá mayor gravedad, será mucho más intenso, por ejemplo padres y madres que han perdido a su hija/hijo o en el caso contrario hijos/hijas que han perdido a su madre o padre.
La culpabilidad no es el único sentimiento que nos invade ante una pérdida por suicidio: la ira, la vergüenza, la indignación, la incredulidad, la tristeza intensísima, también suelen acompañarnos , pero en este artículo haré referencia a este en concreto, pues su intensidad y recurrencia puede ser tan dañina que debemos prepararnos para afrontarlo y trabajar sobre esos pensamientos y emociones a fin de poder reconducir nuestra vida tras sufrir un fallecimiento tan doloroso.
Las preguntas sin respuesta
A nuestra pérdida, al dolor y profundo desconsuelo que la va acompañar, a veces deberemos sumar tristemente, una posible culpa social que se añade en el caso del suicidio a las personas de su entorno más próximo. Socialmente el suicidio es percibido como algo que nos amenaza, que cuestiona el valor establecido de la preservación de la vida a toda costa. Pone en cuestión nuestra sensación de seguridad y estabilidad. Por este mismo motivo, las personas del entorno de la que muere por esta causa, son en ocasiones considerados responsables al no haber sido capaces de reconducir esa conducta y haberla evitado. A menudo nos encontramos con personas que nos preguntan ¿Pero es que nos os disteis cuenta?; o ¿Si lo sabíais, como es posible que no hicierais nada?
Lo cierto es que las pérdidas por suicidio están cargadas de preguntas sin respuesta: ¿Por qué no me di cuenta? ¿Cómo puede ser que no estuviera más atenta/to? ¿Qué es lo que hice mal? ¿Dónde fallé? ¿Dónde fallaron los otros? ¿Por qué me hizo esto? ¿Es que no me quería? ¿Tan enfadado/da estaba conmigo que no pudo aguantar? ¿Y si…. Hubiera hecho esto en vez de aquello? ¿Y si… él o ella hubiera hecho lo contrario?
Infinitas preguntas que nos formulamos a nosotros mismos o que lanzamos hacia la persona que ya no está con nosotros nos perseguirán a lo largo del tiempo. El proceso de duelo que iniciamos ante un suicidio, produce una revisión constante y obsesiva de los actos y acciones precedentes a la muerte de nuestro ser querido.
No hay duelos distintos pero sí distintas intensidades de duelo según sus particularidades
Debemos tener en cuenta que hemos sufrido una pérdida que va a someternos a estados equiparables al shock postraumático. Nuestra vida ya no será la misma y deberemos hacer un trabajo muy importante para reconducir todos esos sentimientos y dolor que nos ha causado.
Hay que recordar que la pérdida por suicidio, es un factor de riesgo elevado de que aparezca un proceso de duelo complicado y trastornos psicológicos relacionados con esta causa (Barreto y Soler 2007). En muchas ocasiones vamos a necesitar apoyo psicoterapéutico especializado en estas cuestiones. Desgraciadamente en la red pública de Sanidad no se contempla la atención a las personas que han sufrido una pérdida de estas características, pero hay que reclamar este soporte, pues sin duda en muchas ocasiones se hace indispensable para poder sobrellevar el duelo.
Igualmente recuerdo que en estas líneas no se pretende establecer que el duelo por suicidio es diferente a otros tipos de duelo. Toda pérdida de un ser querido implica procesos parecidos de adaptación y buena parte de ellos son completamente normales y previsibles. Ahora bien, el proceso de reconstrucción de significados y roles que supone cualquier proceso de duelo, en el caso del suicido, lo sitúan en un espectro de mayor gravedad, por lo que hace a sus repercusiones personales, familiares y sociales, tal y como han señalado numerosos especialistas en pérdidas, como W.Worden o R. Neimeyer.
La percepción individual sobre la pérdida
Para poder sobrellevar toda la carga emocional que una pérdida como la del suicidio supone, destaco algunas cuestiones que nos ayudarán a comprender como vivimos de manera individual estos procesos.
El duelo no es un proceso objetivo. Aunque lo compartimos con las personas que nos son próximas, lo vivimos de distinta manera dependiendo de nuestra edad, experiencias, género, y formas de ver la vida. No todos vamos a seguir las mismas etapas, ni lo sentiremos del mismo modo. Dentro de la familia, en el mismo seno de una pareja, los tiempos pueden ser diferentes, las formas de recordar, de mencionar o no a la persona fallecida, por lo que la convivencia de estos procesos puede ser un elemento que nos ayude a progresar en nuestro estado de ánimo o por el contrario que se convierta en un verdadero obstáculo.
Es común y habitual pensar que las demás personas de nuestro entorno no “sienten tanto” como nosotros la pérdida. En realidad se calcula que entre el núcleo familiar y la red de amistades de una persona que se suicida, alrededor de diez personas quedan profundamente afectadas por esa pérdida. La pérdida es compartida, todos perdemos a esa persona, aunque no lo viviremos ni lo sentiremos del mismo modo.
El profundo impacto que nos causa la pérdida por suicido, supone en el entorno familiar un verdadero reto para todos, y especialmente para las personas jóvenes o niños y niñas. Su proceso de construcción de la identidad se verá amenazado si no somos capaces de realizar todo el trabajo que requiere afrontar una pérdida de estas características. Es muy importante buscar asesoramiento si no sabemos cómo tratar el suicidio con los menores de la familia. Ellos expresaran sus sentimientos con naturalidad en el caso de los más pequeños, y tal vez con silencio y distanciamiento en el caso de los adolescentes. La sinceridad, la paciencia y la seguridad de que su atención está garantizada, serán factores que nos ayudarán en esta situación. En artículos futuros espero poder tratar con más detalle este asunto que tanto nos preocupa
Las pérdidas traumáticas nos sitúan ante la evidencia de la fragilidad de nuestro mundo. Acostumbramos a vivir con la falsa sensación de que nuestro mundo es estable, que no vamos a sufrir tragedias. El suicidio, como otras pérdidas traumáticas tales como los accidentes o los actos violentos nos hacen perder la sensación de control y seguridad que tanto nos ayuda en nuestro día a día para seguir con nuestras vidas de forma serena y positiva. La muerte violenta invalida la reconfortante creencia de que estamos protegidos de la violencia y la crueldad ( Rynerason, 1986).
Antes de juzgarnos con severidad al respecto de nuestra responsabilidad en relación a la muerte por suicidio de nuestro ser querido, es importante que hagamos un esfuerzo por tener presentes estas consideraciones, pues la vida nos ha situado ante una tarea que no será en absoluto fácil.
(Nota: Debido a su extensión y con la única intención de facilitar su lectura he dividido el presente artículo en dos entradas. En breve procederé a la publicación de la segunda entrega)
Querida Lilia.
No sabes como lamento tu pérdida. Tienes razón, nada tiene sentido cuando perdemos a un hijo en estas circunstancias. No se si mis palabras te podrán ayudar, pero espero de todo corazón y humildemente que te ayuden a encontrar un poco de sosiego. Nuestra asociación http://www.despresdelsuicidi.org está a tu disposición y yo mismo responderé a tus correos si deseas escribirme.
Un fuerte abrazo y toda la paz y serenidad para tí y los tuyos
Erik
Puedes acceder a mucha más información en la página de nuestra asociación:
http://www.despresdelsuicidi.org
Tambièn en nuestra página de facebook.
Atentamente
Carles Alastuey
Perdí a mi único hijo por suicidio
Yo misma lo encontré
Espero que tu escritos me ayuden un poco
Perdí a mi único hijo por suicidio, tenia 19 años cumplidos
Yo misma lo encontré y ahora nada tiene sentido
Espero encontrar en tus líneas alguna luz
hola me gustaria recibir muchos mas articulos sobre suicidio, o conducta suicida me estoy especializando en esa area soy psicologo aca en Venezuela gracias